Hace un año a estas horas, estaba de los nervios. Emocionada porque tu enfermedad nos llevaba por una montaña rusa y también porque ibamos a poder celebrar tu cumpleaños. Esto es importante recalcarlo porque tan sólo 20 días antes pensabamos que no ibamos a poder hacerlo.
Por la tarde, después de trabajar, salí en busca de algo especial para sorprenderte. Mientras paseaba por los pasillos de la tienda buscando con ilusión algo especial para celebrar, me invadía una enorme tristeza porque era consciente de tu enfermedad aunque tú nunca fuiste consciente del todo. Sabías que lo que tenías era algo muy grave y que te podía costar la vida, pero no hasta qué punto estaba afectado tu maltrecho y extremadamente debilitado cuerpo.
No me atevía pensar en que iba a ocurrir dos días más tarde, tan sólo esperaba el mañana, pensando: «porfavor, permite que se quede un día más conmigo, tan sólo un día, unos momentos, unos instantes, un suspiro…»
Pero esas terribles ideas las debía olvidar porque tenía por delante un día, que para ti debía ser muy especial. Y es que, cómo preparas un cumpleaños al ser que más amas sobre la tierra cuando sabes que ese será su último cumpleaños?
¿Cómo diablos lo haces?

Hacía días que había hablado con tus amigos para reunirlos e intentar celebrar con una sencilla merienda porque tú, aunque muy ilusionado por la recuperación y por las ganas de vivír, estabas muy débil. Pero te hubiera encantado. Al final, cómo tantas otras cosas, no pudo ser…
Me encontré atada de pies y manos, impotente ante la situación, pero acepté porque tan sólo quería tu bienestar, tu tranquilidad y tu felicidad. Quizás porque había gente que no era consciente de que ese sería tú último cumpleaños.
Ya no importa… ya es tarde ….
Esa noche, la noche del 26 de septiembre del 2024 me fui a dormir concentrada en no quedarme dormida. No debía porque las banderitas que compré, junto a los globos, debía dejarlos preparados para cuándo tu despertaras por la mañana, te llevaras la sorpresa después de tantos días de incertidumbre, de hospitales, de ingresos y pruebas diágnosticas sin fin.
Me quedé dormida enseguida abrazada a ti, sintiendo tu cuerpo débil, tu respiración suave y el olor de tu piel que trataba de capturar para siempre en mi memoria.
27 de septiembre
Por fin llegó el día.
Me desperté apresurada a las 5 de la mañana para poder preparar tu pequeña sorpresa. Me hice una buena taza de café y me puse manos a la obra en la cocina. Inflé los globos que decía: nº1 en color dorado, desenredé las banderitas de color oro y negro y me lo llevé todo al salón.
Mientras las calles aún dormian, me subi a una silla para colocar todo aquello en un lugar estratégico para cuando te levantaras pudieras verlo.
No es fácil celebrar así, pero a nosotros siempre nos hacían felices las cosas mas sencillas. Tu siempre eras feliz con cualquier cosa, siempre y cuando estuviera cerquita de ti. Recuerdo tantas veces haberte preguntado que querias para tu cumple y tu respuesta : » con ponerte un lazo en la cabeza, ya tengo el mejor regalo»
Cuando despertaste y viste la sorpresa pude ver el brillo en tus ojos, aunque apenas podías caminar, la sonrisa nunca se borró de tu rostro.
Tendrás eternamente 42 años y serás eternamente joven.
No me apena que no estes conmigo, me duele que no hayas podido seguír. Merecías tantísimo de la vida, porque seres nobles cómo tu hay pocos.
Tantos sueños por cumplir, tantos planes que quedaron aparcados para siempre, porque «lo primero es antes» y te olvidaste de vivir.
Muy feliz cumpleños mi bello ángel, allá dónde estés, te amaré hasta el fin de mis días y después… eternamente.
Más alto que nosotros sólo el cielo
